La condición humana según Hannah Arendt

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Hannah Arendt, está considerada como una de las más influyentes pensadoras de nuestra época, si
bien ella no quería ser considerada como filósofa sino como teórica política. De ascendencia judía,
consiguió huir de la persecución nazi primero de Alemania y después de París, estableciéndose en
Estados Unidos, donde recibió la nacionalidad norteamericana en 1951.

Se formó en Alemania y su tesis doctoral versó sobre el concepto de amor en la obra de San
Agustín. Su prolífica obra está de plena vigencia ya que trata sobre temas universales como la
acción política, el poder, la violencia, la maldad, el totalitarismo…, precisamente sobre este último
concepto trata una de sus obras fundamentales: Los orígenes del totalitarismo”, en la que expresa
que el totalitarismo es una ideología que utiliza el terror para eliminar la pluralidad y promover el
aislamiento y la soledad; busca que los hombres sean superfluos, que carezcan de toda
espontaneidad y creatividad, de esta forma será muy fácil la dominación y la sumisión.

En sus tesis aboga a que la política es “un estar los unos con los otros” y por la perspectiva de la
inclusión del otro.

Hoy destacamos dos de sus obras más conocidas

Sobre la violencia, una obra breve muy interesante, que originalmente apareció como suplemento
de “The New York Review of Books (febrero de 1969) en la que reflexiona sobre la violencia, su
naturaleza, su relación con el poder. “La guerra (violencia organizada), en efecto, no sigue con
nosotros por un deseo de muerte, un instinto de agresión o por los peligros del desarme sino por el
simple hecho de que no haya aparecido todavía en la escena política un sustituto (otro medio) de
este árbitro final”.

La condición humana es un profundo estudio sobre el estado de la humanidad en el mundo
contemporáneo. Distingue entre vida contemplativa, despegada de la realidad, el ideal que
proponían filósofos como Platón para entender mejor el mundo de las ideas y tener una visión
pretendidamente objetiva, y la vida activa, la que tiene lugar en la interacción con los seres
humanos, donde se construyen las instituciones sociales y se toman decisiones políticas. La vida
activa engloba tres actividades: Labor, Trabajo y Acción. La labor está vinculada al proceso
biológico del cuerpo humano, le corresponde la condición de la vida, le corresponde satisfacer las
necesidades primarias. Al trabajo, que está unido a lo no-natural y a la producción artificial, le
corresponde la mundaneidad, puede utilizarse para fines que no son necesidades primarias. A la
acción, que es la única actividad que se realiza entre los hombres sin la mediación de las cosas, le
corresponde la pluralidad. Todo ello está, a su vez, íntimamente relacionado con la condición más
amplia de la existencia propia de los hombres: el nacimiento y la muerte.
Según Arendt, con el nacimiento empieza la capacidad del hombre de realizar un nuevo comienzo.
El individuo tiene la tarea de configurar el mundo, en conexión con las demás personas.