La ética tiene que ver con la responsabilidad, si me preocupa lo que pasa con otros, con mi conducta, entonces tengo preocupación ética. Eso se funda en la emoción y el amor.
Humberto Maturana.
En el siguiente artículo desde Fundación Torres y Prada, nos hemos propuesto reflexionar sobre los apuntes para una biología del amor, que el maestro de la Bioética Humberto Maturana, nos propuso en el libro “Bioética, la calidad de vida en el siglo XXI”.
Humberto Maturana parte en su texto de la siguiente premisa: “Una explicación es un mecanismo generativo propuesto para dar origen a una cierta experiencia aceptada por un observador según un criterio que el observador pone.”
El observador entonces, en su escuchar pone el criterio desde el cual ese mecanismo generativo propuesto es aceptado. De cambiar ese criterio, lo que fue aceptado ayer deja de ser aceptado hoy.
El autor del texto nos lo expone de manera clarificadora a través de un sencillo ejemplo, el del niño y la cigüeña.
¿Qué resulta más fantástico para un niño sin experiencia previa concebida, que a los bebés los trae una cigüeña desde Paris o que a los bebés los crea mamá?
Si no hay espacio experiencial desde el que usar un mecanismo generativo el niño puede tomar ambas teorías por igual, incluso si el niño ha visto pájaros transportando cosas con su pico y le han explicado que las aves migratorias vienen desde muy lejos, puede tomar la primera por cierta, así que las experiencias científicas no tienen que ver con lo real sino con lo observado.
Si el mismo niño pasado un tiempo ve crecer la barriga de mamá y puede tocar y sentir como se mueve su hermanito en su interior, estará viviendo una experiencia deducida. Entonces los niños no vienen de París, los hacen las mamás. El niño estará aplicando ahora una explicación científica, validando explicaciones con experiencias y usando dicha experiencia para generar una coherencia argumentativa.
Las experiencias no son nunca origen de ningún conflicto pero en cambio nos peleamos y nos matamos por las explicaciones, como sucede con la religión, la política o el futbol.
Si aceptamos la pregunta del observador deberíamos preguntarnos bajo qué condiciones aceptamos el conocimiento. Si queremos que el otro diga lo que queremos oír o haga lo que queremos que haga, estamos siendo objetivos y realistas. Pero cuando no importa el otro con nosotros, cuando no somos objetivos ni realistas, surgen las preguntas sobre los fundamentos ajenos… ¿por qué piensas eso? ¿Por qué actúas así? Cuando el otro nos importa no nos comportamos de modo objetivo, dejamos la objetividad en un paréntesis.
La amistad vive en el respeto, nunca en la exigencia. Podemos separarnos en oposición desde el respeto mutuo, no coincidir en lo que pensamos pero coexistiendo en distintos dominios de la realidad.
Es por ello, nos resume Maturana, que las preocupaciones éticas tienen que ver con el vivir cotidiano humano y nunca van más allá del dominio en el cual aceptamos la legitimidad de los demás.
Digo esto porque yo creo que en el fondo toda la temática de la ética está centrada allí, queremos razones o queremos propósitos en la discusión ética pero el no tener razones es de hecho el fundamento de la ética.
Bibliografía:
Bioética, la calidad de vida en el siglo XXI. (H. Maturana / J. Montt / C. Maldonado / M. Da Costa / S. Franco)