Eleanor Roosevelt: empatía y compromiso social en acción

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Cuando pensamos en figuras que marcaron un antes y un después en la historia de los derechos humanos, el nombre de Eleanor Roosevelt brilla con fuerza. No solo fue la primera dama de los Estados Unidos durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt, sino que trascendió ese papel para convertirse en una de las voces más influyentes en la defensa de la dignidad humana, abogó por derechos iguales para mujeres, trabajadores y minorías, y por estar completamente involucrada en cuestiones de derechos humanos y de justicia social.                                                     

Tras la Segunda Guerra Mundial, Eleanor Roosevelt asumió la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y fue una de las principales impulsoras de la Declaración Universal de los Derechos. Su aprobación, el 10 de diciembre de 1948, la convirtió en “la primera dama del mundo”, según palabras del presidente estadounidense Harry Truman. En 1968, se le concedió de manera póstuma el Premio de las Naciones Unidas en la Esfera de los Derechos Humanos.

Su capacidad de mediación y su firme convicción en la igualdad permitieron llegar a consensos entre países con intereses muy diferentes, haciendo posible la redacción de un documento histórico que proclamó la libertad y la dignidad inherentes a todas las personas.

“No basta con hablar de paz; hay que creer en ella. Y no basta con creer; hay que trabajar para conseguirla”.

 La profunda empatía de Eleanor Roosevelt

Pero más allá de su influencia política, lo que distingue a Eleanor es su profunda empatía. Ella entendió que el compromiso social no se limita a “proclamar ideales” desde una tribuna, sino que requiere escuchar, acercarse y reconocer la dignidad de cada ser humano.

 ¿Dónde, después de todo, comienzan los Derechos Humanos? En lugares pequeños, cercanos a casa. Tan cercanos y tan pequeños que no pueden localizarse en ningún mapamundi: el entorno de cada persona, el barrio en el que vive, la escuela o universidad a la que asiste; la granja, la fábrica o la oficina en la que trabaja”

Esos son los lugares en los que todo hombre, mujer y niño busca igual justicia, igual oportunidad, igual dignidad, sin discriminaciones. Si estos derechos no significan nada allí, no significan nada en ningún sitio. Sin una acción ciudadana concertada para hacer valer estos derechos cerca de casa, en vano buscamos el progreso a mayor escala“.

Esta afirmación de Eleanor nos recuerda que la defensa de los derechos humanos no ocurre solo en los grandes organismos internacionales, sino en la vida cotidiana: en la escuela, en el trabajo, en la familia y en la comunidad.

Eleanor Roosevelt nos enseña que la empatía (*) debe traducirse en acción, que el compromiso social empieza en gestos sencillos y que cada persona tiene la capacidad —y la responsabilidad— de construir un mundo más justo.

Abrir espacios para las mujeres

Eleanor también fue una pionera en abrir espacios de participación a las mujeres. Fue muy activa en el partido demócrata y en organizaciones feministas como la Liga de Sindicatos Femeninos y la Liga de Mujeres Votantes. Además, empezó a publicar columnas de opinión en distintos medios de comunicación.

A través de sus columnas de prensa, conferencias y apariciones públicas, defendió causas sociales como la igualdad racial, la justicia para los trabajadores y el acceso de las mujeres a la vida política. No temió desafiar las normas de su tiempo, y en ello radica buena parte de su vigencia como referente.

Eleanor Roosevelt y la convivencia armónica

La convivencia armónica se construye sobre los mismos valores que Eleanor defendió con tanta pasión: respeto, igualdad y cooperación. Su legado nos muestra que no hay convivencia posible sin reconocer la dignidad de cada ser humano, sin practicar la empatía y sin comprometernos a actuar en beneficio de todos.

Así como ella supo unir voces distintas en torno a un objetivo común, también nosotros podemos crear espacios de encuentro en los que las diferencias no sean barreras, sino oportunidades para crecer juntos. La convivencia armónica, en última instancia, es la expresión cotidiana de los derechos humanos en acción.

* Etimología de empatía: Indica la participación objetiva y profunda (interna) de un individuo en los sentimientos, conducta, ideas, posturas intelectuales, etc. de otro, y la comprensión intima de su situación vital e intelectual (con la idea de introducción en lo que experimenta otro) para expresar y distinguirlo de simpatía. La empatía es objetiva, reflexiva y critica (simpatía es subjetiva y no racional, como una afinidad espontánea.https://etimologias.dechile.net/?empati.a

Referencias utilizadas

  • Franklin D. Roosevelt Presidential Library and Museum. Eleanor Roosevelt Biography.
  • United Nations, Office of the High Commissioner for Human Rights. The drafting of the Universal Declaration of Human Rights (https://www.ohchr.org).
  • Roosevelt, Eleanor. You Learn by Living: Eleven Keys for a More Fulfilling Life. Da Capo Press, 1960.
  • Lash, Joseph P. Eleanor Roosevelt: A Friend’s Memoir. Doubleday, 1964.
  • Cook, Blanche Wiesen. Eleanor Roosevelt (trilogía biográfica). Viking Press, 1992–2000.
  • amnesty.org
  • unidosporlosderechoshumanos.es
  • nationalgeographic.es.com