Humberto Maturana es uno de nuestros filósofos de cabecera. En este post queremos destacar su contribución con respecto al papel del amor y del lenguaje como los pilares que hacen posible la vida social, y sus implicanciones para la convivencia, la educación y la política.
Biólogo, filósofo y pensador chileno, dejó un legado que trasciende la biología para dialogar con la educación, la política y la filosofía. Reconocido por haber desarrollado, junto a Francisco Varela, la teoría de la autopoiesis(*), Maturana entendió que la vida no podía reducirse únicamente a mecanismos fisiológicos. Lo humano, sostenía, se funda en el entrelazamiento de las emociones y el lenguaje, especialmente en el amor como disposición biológica de aceptación del otro.
En sus palabras: “El amor es la emoción que funda lo humano, porque abre un espacio de convivencia en el que el otro surge como legítimo otro en la relación” (Maturana, 1990).
El amor como emoción fundante de lo humano,según Humberto Maturana
Maturana comprendía el amor más allá de la concepción romántica o sentimental. Para él, se trata de una emoción biológica, inscrita en nuestra historia evolutiva, que permite la cooperación, la confianza y la apertura al otro.
El amor, en este sentido, es condición fundamental que posibilita lo social: sin él, la vida colectiva se degrada en competencia, control o desconfianza.
“Sin amor, no hay socialización; solo hay manipulación, sometimiento o indiferencia” (Maturana, 1990).
Este enfoque cambia radicalmente la mirada sobre las relaciones humanas. La convivencia no surge de normas impuestas desde fuera, sino de una disposición interna de aceptación mutua que habilita la construcción de comunidad.
El lenguaje como construcción de mundos
Si el amor establece el espacio de la convivencia, el lenguaje es el medio por el cual esa convivencia se despliega. En El árbol del conocimiento (Maturana & Varela, 1984)(**), se afirma que los seres humanos “vivimos en el lenguaje”. Esto significa que no usamos las palabras simplemente para describir un mundo externo ya dado, sino que a través del conversar generamos realidades compartidas.
El lenguaje, para Maturana, es una red de coordinaciones consensuales de sentires acciones y emociones. Conversar no es transmitir información, sino coordinar significados y abrir mundos posibles en común. De ahí que cada interacción lingüística sea un acto creador de realidad.
Amor y lenguaje: fundamentos de lo social
Ambas dimensiones —amor y lenguaje— no pueden entenderse separadamente, se entrelazan como fundamentos de lo social. El amor provee la emoción básica que hace posible el conversar, y el lenguaje amplifica y sostiene ese espacio de aceptación mutua. El lenguaje necesita de una base emocional de confianza y aceptación para desplegarse, y el amor requiere del conversar para sostenerse y expandirse, lo humano se constituye en esa interacción dinámica. Por ello, Maturana insistía en que las transformaciones sociales no dependen únicamente de estructuras políticas o económicas, sino de la capacidad de recuperar y cultivar esas disposiciones básicas: la emoción del amor y el acto de conversar.
Para Maturana, todo proyecto social, político o educativo fracasa si olvida este entrelazamiento. Una política sin amor deviene en manipulación; una educación sin lenguaje reflexivo se convierte en instrucción mecánica. Lo humano, en cambio, florece allí donde hay espacio para la aceptación y el conversar genuino.
Implicancias para la educación y la política
Esta mirada invita a reflexionar sobre la educación, la política y la vida cotidiana.
- En educación, aprender no significa solo acumular información, sino convivir en un espacio de respeto mutuo, donde el error se reconoce como parte del proceso. En la escuela, el aprendizaje florece cuando se da en un espacio de confianza y respeto mutuo, donde el error no es castigado sino reconocido como parte del proceso.
“En la medida en que el niño se siente aceptado, puede aprender” (Maturana, 1990).
- En política, el desafío está en recuperar el diálogo auténtico (conversaciones) frente a la descalificación y la imposición. La democracia, desde esta mirada, no se sostiene en la lucha por el poder, sino en la construcción de consensos conversacionales.
- En la vida cotidiana, se nos recuerda que la convivencia se renueva en cada gesto de reconocimiento, cuidado, el conversar y escucha hacia el otro.
El pensamiento de Humberto Maturana nos invita a comprender que lo humano no se funda en la competencia ni en la imposición, sino en el amor y el lenguaje como dimensiones biológicas y culturales inseparables. Su legado nos desafía a redefinir la convivencia, recordándonos que toda transformación social comienza en el acto sencillo —y radical— de aceptar al otro como legítimo otro en la relación.
“Todo hacer es un reflejo de un conversar, y todo conversar es siempre un convivir” (Maturana).
Bibliografía de Humberto Maturana sobre el tema
Puedes ampliar información sobre este tema en las obras de Humberto Maturana y Fernando Varela
- Maturana, H. & Varela, F. (1973). De máquinas y seres vivos.
- Texto donde introducen la noción de autopoiesis. Es la base de su concepción biológica de los seres vivos como sistemas que se producen a sí mismos.
- Maturana, H. & Varela, F. (1984)(**). El árbol del conocimiento.
- Una obra clave en la que desarrollan la relación entre biología y conocimiento.
- Maturana, H. (1990). Emociones y lenguaje en educación y política.
- Libro donde Maturana explora cómo las emociones, en particular el amor, son constitutivas de lo humano y de lo social.
(*) La autopoiesis (de griego auto, “sí mismo” y poiesis, “creación”, es la capacidad de un sistema de producirse a sí mismo y mantenerse en existencia. Este concepto, propuesto por Humberto Maturana y Francisco Varela, describe la condición de los seres vivos que, a través de una red continua de procesos modulares, generan los componentes que los constituyen como una unidad.
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